GENTE DE HOY – Cristóbal Cobo, profesor e investigador de tecnologías nuevas y educacionales, es el autor de «Acepto las condiciones. Usos y abusos de las tecnologías digitales», editado por la Fundación Santillana. La obra cuestiona la supuesta neutralidad de la tecnología y el coste de ceder información personal a plataformas tecnológicas “gratuitas” como Google o Facebook. También explora estrategias para reducir las actuales asimetrías de información y limitar el poder de las tecnologías a través de soluciones como la educación, el desarrollo de nuevas habilidades o la adopción de una nueva ética digital.
Cobo plantea interrogantes fundamentales: ¿realmente somos dueños de nuestra información en la era digital? ¿Hasta qué punto las grandes corporaciones tecnológicas moldean nuestras decisiones sin que nos demos cuenta? A través de su análisis, destaca cómo el modelo de negocio de muchas empresas digitales se basa en la recopilación y monetización de datos personales, a menudo sin el conocimiento o consentimiento real de los usuarios.
El autor también enfatiza la importancia de una alfabetización digital crítica, donde los ciudadanos comprendan los mecanismos ocultos detrás de las aplicaciones y servicios que utilizan a diario. No se trata de abandonar la tecnología, sino de aprender a usarla de manera más consciente y responsable. En este sentido, propone medidas como la regulación de los monopolios digitales, la creación de alternativas más transparentes y el fortalecimiento de una cultura de ciberseguridad desde la educación básica.
Además, Cobo advierte sobre los riesgos de una dependencia excesiva de la tecnología en nuestras rutinas, desde la sobreexposición en redes sociales hasta la delegación de decisiones clave en algoritmos y sistemas automatizados. La obra invita a repensar la relación entre el usuario y las plataformas digitales, promoviendo una mayor autonomía en la gestión de la privacidad y el control sobre la propia identidad en línea.
En última instancia, el mensaje es claro: la tecnología puede abrir puertas, pero su uso debe implicar responsabilidad y conciencia sobre sus implicaciones. La pregunta que queda abierta es: ¿estamos preparados para asumir el costo real de nuestra presencia digital?